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Loquillo, en estado puro: «No soporto la actitud ‘peterpanista’ de muchos compañeros de generación»

El Loco está de estreno por partida doble: publicó el álbum ‘Diario de una tregua’ el 29 de abril y empezó la gira ‘El Rey’ que le llevará por toda España el 24 de junio

El Loco - Loquillo

Dos años y medio después de publicar ‘El último clásico’, con el cual no pudo recorrer España de este a oeste de norte a sur porque la pandemia trastocó sus planes, como los de todos los demás, unas semanas antes de arrancar la gira, Loquillo ha sacado un álbum ‘Diario de una tregua’, y ha comenzado el verano con una gira a la que ha llamado ‘El Rey’ y que le llevará por nuestra geografía durante medio año, hasta casi el próximo invierno, concretamente hasta el 2 de diciembre, noche en la que echará el cierre en San Sebastián.

Entre concierto y concierto, ya ha actuado en Toledo, Bilbao y Gijón y próximamente lo hará en Barcelona -15 de julio-, Santo Domingo de la Calzada -16 de julio- y Riaño -30 de julio- (fechas de la gira), charlamos con Loquillo de ‘Diario de una tregua’, de ‘El Rey’, de sus cambios de personaje y sus transformaciones, de sus luces y sus sombras, de sus compositores de cabecera, de su pasado, de su trayectoria, de su futuro… Hablamos con El Loco de absolutamente todo. Mejor dicho, con los oídos bien abiertos, disfrutamos y aprendemos del número 1 del rock&roll de nuestro país.

¿Qué se encuentra el público en ‘Diario de una tregua’?

Se encuentra con la evolución lógica de un artista que en el año 2019 lanzó un trabajo llamado ‘El último clásico’ y que no pudo llevar al directo debido a la pandemia. A raíz de eso vi que si una puerta se cerraba, una ventana se abría, y que era el momento de transformar y de mejorar el personaje y de alguna manera también empezar de cero, porque son tiempos en los cuales uno tiene que reinventarse. Y en ese sentido ‘Diario de una tregua’ es la crónica de un momento crucial no solo para el artista, sino también para su entorno dentro de un contexto muy complicado para todos los ciudadanos de este país.Habla de cambio de personaje.

¿Qué le ha llevado a esa transformación?

Siempre he sido un culo inquieto y aunque sé que eso es lo normal, lo de hacer un disco igual a otro no va conmigo. Yo tengo que tener muchos ‘inputs’ que me hagan cambiar continuamente de dirección porque para mí los discos no dejan de ser un reflejo de mi personalidad y de mi carácter en un momento determinado, por lo que afortunadamente no soy el mismo que el de hace 20, 30 o 40 años. En ese sentido, todas las etapas de mi vida vienen reflejadas en mis discos. De hecho, los discos son un reflejo de mi crecimiento personal.’Diario de una tregua’ ha recibido elogios de la crítica y ha sido el vinilo más vendido por delante de artistas como C. Tangana o Rosalía.Yo creo que la gente inteligente compra vinilo. Mi público sabe que soy una persona que arriesga y que a veces puedo equivocarme pero que lo que no hago es agarrarme al éxito fácil. No soy un artista acomodaticio ni soy un artista políticamente correcto y en ese sentido estoy continuamente en búsqueda personal y eso hace que de alguna manera sorprenda siempre. Lo que ocurre es que cuando tienes, utilizando un argot deportivo, una plantilla como la que tengo yo a mi alrededor de músicos y de compositores excepcionales, los mejores del país, pues evidentemente sales a ganar, porque un campeonato se gana antes de que empiece. En ese sentido, cuando uno tiene a gente como Sabino Méndez, Igor Paskual, Gabriel Sopeña, Luis Alberto de Cuenca, etcétera, etcétera, una serie de compositores y poetas tan importantes, evidentemente sales a ganar los partidos.Las canciones de ‘Diario de una tregua’ han sido escritas por Sabino Méndez, Igor Paskual y Gabriel Sopeña.Nunca he sido un artista que tenga ese problema de ego de que tengo que escribir yo mis canciones. Para mí una buena canción es una buena canción independientemente de quien sea el autor. Lo importante es que el público reciba los mejores temas posibles. El ego personal hay que dejarlo al margen. Si una canción es buena, es buena. Y si una canción es mejor que la tuya, tienes que apartar la tuya y poner la del compositor, el escritor o el poeta que haya hecho esa canción superior a la tuya.Sabino Méndez e Igor Paskual son de dos generaciones diferentes pero ambos definen a Loquillo a la perfección en los temas que escriben.

¿Cuál es la causa de esa coincidencia?

Las canciones deben ser trajes a medida. Yo soy un intérprete y soy un actor y tengo varios personajes muy definidos. Por lo tanto, cuando se escribe un guion para mí, y hablo en términos cinematográficos o teatrales, tienen que ser muy certeros. Y solo pueden escribirlos personas que estén muy cerca mío. Es imposible que alguien pueda escribir una canción para mí si no me conoce. En ese sentido, durante los últimos 40 años Sabino Méndez ha sido pieza fundamental en muchos de mis temas y desde hace 20 años también lo es Igor Paskual. Entonces, esas dos generaciones dan su visión del personaje, pero aparte hay poetas como Gabriel Sopeña, Luis Alberto de Cuenca o Julio Martínez Mesanza o creadores como Marc Ros, de Sidonie. Yo siempre busco los mejores colaboradores para cada disco porque creo que es lo que se espera de mí. No dejo de ser un aglutinador de talentos y gestionando talentos soy bastante bueno.En ‘Diario de una tregua’ habla de lo complicado que es hacer hoy en día un álbum.Yo no voy a decir que es artesano. Yo simplemente digo que por mucha tecnología que exista, un panadero hará buen pan. Entonces, la manera de hacer rock&roll es sencillamente ésta. Es un oficio en el que hay un compositor, unos letristas, unos músicos y un intérprete. Y todo eso, como en un equipo de baloncesto, es una colección de individualidades que juegan a favor. Y el baloncesto, como decía Aíto (García Reneses) o como decía Epi (Juan Antonio San Epifanio), es un deporte individual que se juega en equipo. Y el rock&roll es lo mismo. Y eso es lo que aprendí de mis días de baloncesto. Esa es la manera de trabajar. Yo no voy a criticar en absoluto la nueva manera de trabajar a través de canciones sueltas que se lanzan en Spotify. Es una forma, pero no es mi forma. Nosotros hacemos discos conceptuales en el que cada canción forma parte de un contexto y sin ese contexto de todas esas canciones, el álbum no dice nada. Tiene que formar parte de un todo y cada canción da la imagen de ese todo. Esa es nuestra forma de trabajar y esa es la forma de trabajar del rock&roll. No es que funcione al margen ni tampoco que quiera funcionar al margen, simplemente esto es así, de la misma manera que todos entendemos que cuando vemos un partido hay un entrenador, unos jugadores, una táctica y se sale a la cancha a ganar. Pues esto es exactamente lo mismo. Hay artistas que se mueven en la red con una sola canción que después no reproducen en directo y es una forma de jugar, pero a todos nos gusta ver a los ‘jugadores’ en la cancha, ¿verdad? Esto es la realidad y no digo que sea ni más ni menos actual, simplemente es nuestra forma de trabajar. Y siempre habrá un tipo de público que querrá ver al artista creando de esa manera, viendo los directos de esa manera y cogiendo un álbum y tocándolo. Ni una cosa ni la otra están fuera de lugar, simplemente cada uno tiene su forma y lo que hay que entender es que si quieres de alguna manera entender el trabajo o la manera en la que se realiza un disco de rock, tienes que verlo de esta manera.

¿Qué ha aportado Josu García como productor a este álbum?

Con Josu García llevo mucho tiempo trabajando. Él entró como músico y poco a poco se fue haciendo con la idea del artista, con su manera de entender la música y de trabajar, y poco a poco ha ido ganando galones. Primero en ‘Viento del Este’ y después en ‘El último clásico’, cuando ya fue productor del disco, dejó su marca. Y con ‘Diario de una tregua’ ha dado el paso definitivo para convertirse en uno de los grandes productores de este país.

¿Cómo ha sido grabar este disco en pandemia?

Las cosas ocurren. Nosotros veníamos de haber grabado ‘El último clásico’ y de no haber podido realizar la gira de presentación de ese disco por la pandemia, porque 15 días antes de empezar la gira el presidente del Gobierno anunció lo que anunció y tuvimos que suspenderlo todo. Aparte del batacazo emocional y económico que significó para todos, entendí que si una puerta se cerraba, una ventana se abría, así que lo que hice fue prepararme para lo que iba a venir luego. Y lo que hicimos fue aprovechar esos meses de pandemia para preparar de alguna manera el nuevo personaje de Loquillo. Y veníamos de un disco que había sido compuesto por compositores de generaciones diferentes, coral, y me centré en los dos compositores que habían trabajado conmigo desde siempre. Por lo tanto, dejaba atrás un personaje y reinventaba otro. Y trabajar durante ese tiempo fue también un momento de búsqueda personal y de dejar muchas cosas atrás, porque insisto, cuando en la vida se producen cambios tan radicales, hay que saber aprovechar ese momento como momento de transformación personal, no como algo que de alguna manera parte en dos tu vida.En ‘Diario de una tregua’ hay canciones alegres pero también las hay sombrías.

¿Tiene la sensación de que es un trabajo con luces y con sombras?

Yo no pretendo ser un ‘quedabienes’, nunca lo he sido. Nunca he pretendido ser el chico de al lado. Yo nunca he sido el chico de al lado. Yo nunca he sido el chico que te encuentras y te sonríe por las mañanas. Yo nunca he sido el colega que te da una piedra de costo para que te la fumes en casa. Nunca he sido eso. Soy muy consciente de que tengo mis luces y mis sombras, soy contradictorio, como todos, y considero que mis seguidores entienden que me comporto tal y como soy. Entonces, no me paso todo el día sonriendo y quedando bien con todo el mundo, ni como dice una de mis canciones ‘no vine aquí para hacer amigos’, ni me paso el día haciéndome fotos con mis compañeros de profesión diciendo ‘qué cojonudos y qué guays somos’. No soy así y nunca lo he sido. Mis amigos son mis amigos y la gente con la que tengo una confianza en el mundo de la música son cuatro gatos, pero son mis cuatro gatos. Por ese motivo, cuando tuve noción de las cosas con 19 años y trabajaba en radios independientes y escribía en publicaciones musicales medía ya 1,90 metros y evidentemente no era el vecino de al lado, sino un tipo al que veías por la calle y decías ‘míralo’. Y encima yo no he crecido tocando en bares, yo he crecido tocando en cabarets con marines americanos y señoras de la vida. Entonces, en ese sentido, tengo muy claro lo que soy y evidentemente lo que nunca seré es el tipo simpático que hace una entrevista contigo para quedar bien.

¿A qué se debe que en las caratulas de los últimos trabajos predomine el blanco y el negro?

Bueno, la de ‘Viento del este’ era en color, la de ‘Código rocker’ también era en color… Es que estoy trabajando con Jaume de Laiguana, uno de los grandes fotógrafos de este país. Hizo la portada de ‘Balmoral’ y siempre está cerca mío cuando yo hago cambios muy drásticos. Yo siempre dejo trabajar al fotógrafo. Considero que de la misma manera que me gusta que me dejen trabajar a mí a mi manera, no me meto nunca porque cuando trabajas con un gran profesional, ese profesional sabe perfectamente que puede sacar de ti lo mejor. Como dice Gabi Mercader, yo tengo la suerte de tener un gran activo que son mis amigos y hay que cuidarlos. Y también hay que saber escuchar, y yo soy un tipo que escucha muy bien no ya las críticas personales, sino a las personas que me ayudan a mejorar. Si no, no estaría aquí después de 43 años de trayectoria.

Cambiando ‘Diario de una tregua’ por ‘El Rey’, ¿qué se va a encontrar el público en su gira?

Es un momento difícil para todos y estoy presentando dos discos, el anterior que no pude y éste. En cierta manera hay muchas novedades y por otro lado, evidentemente, hay algo muy importante que es hacer la travesía del desierto juntos. Vivimos momentos muy difíciles, con una incertidumbre tremenda, una situación económica difícil y nosotros tenemos que ser lo suficientemente inteligentes como para adaptarnos al medio y, por lo tanto, tenemos que saber estar a la altura de las circunstancias. Y sobre todo poder estar cerca de nuestro público. Y no solo eso, también recuperarlo, porque todavía hay mucho miedo a ir a los conciertos. Han cambiado mucho las cosas y a diferencia de otros que pretenden estar en el chiringuito playero, yo siempre estoy encima de la ola. Cuando estás encima de la ola, ves las cosas y ves como viene la ola, y aprendes a surfear. Si estás en el chiringuito playero estás todo el rato mirando a los demás y yo soy de los que piensan que para tener noción de lo que ocurre en la calle tienes que estar en la calle.En noviembre de 2021, fue el primer artista que llenó el WiZink Center después de la pandemia.

¿Qué supuso para usted?

Justicia poética. Fuimos los primeros en abrir el protocolo Covid en el WiZink Center en julio de 2020. Fuimos los primeros en atrevernos a tocar en directo inaugurando el protocolo Covid ante 1.800 personas para el Banco de Alimentos de Madrid cuando nadie lo hizo. Por lo tanto, el hecho de que un año después fuéramos los primeros en llenar el WiZink Center fue justicia poética. Punto.Son muchos los que piensan que Loquillo tiene el mejor directo musical que se puede encontrar en nuestro país.De rock, sin duda. En pop hay intérpretes muy buenos, excelentes, en flamenco hay muchísimos más, pero en lo mío soy el mejor, sin duda. Yo tengo una cosa muy clara, que es que yo lucho contra mí mismo. Entonces, soy yo el que se pone a prueba continuamente. No me fijo en los demás. Yo creo que el único artista nacional en el que de alguna manera me puedo fijar es Enrique Bunbury, y desgraciadamente ha abandonado la música momentáneamente, creo yo. Pero la trayectoria que yo puedo tener desde 1978, que empecé en un cabaret de Las Ramblas, hace que me mida a otro nivel, porque soy un artista de la vieja escuela. Y artistas de rock de la vieja escuela quedamos muy pocos. Y en todo caso esperemos que exista una generación joven que recupere una serie de valores y actitudes y que levante esto, porque yo voy a ver desaparecer a los artistas con los que he crecido y es necesario que haya sangre nueva. Supongo que lo harán de otra manera, pero lo importante es la actitud, y la actitud en los últimos tiempos la han tenido los artistas de rap por ejemplo, que los artistas de pop. Yo si hubiera tenido ahora 17 o 18 años en mi barrio, evidentemente me hubiera dedicado al rap porque es el sonido de la calle ahora mismo. Pero puede ser que lo que venga tenga que ver con los dos sonidos callejeros de los últimos 50 años, por lo que no descarto nada, pero soy muy consciente de que soy hijo de una generación y un momento en el que el rock&roll era y es la música que aglutina a muchas personas de todo el mundo alrededor de una manera de entender la vida.Los años pasan y ya tiene 61 años, pero no se guarda nada cuando se sube al escenario.

¿Cómo aguanta durante un concierto?

Soy consciente de que con 61 años no me puedo quejar y que evidentemente con una hora y tres cuartos o dos horas de concierto estoy a un alto nivel, pero es que tengo que estar a un alto nivel y eso significa tener una forma física óptima y tener un guion de canciones que me permita dosificar el esfuerzo y llegar al final. Habia un entrenador de baloncesto, muy amigo mío, que falleció, Manel Comas, que hablaba de la táctica del conejo. Era mantenerse siempre por detrás en el marcador hasta llegar al último cuarto donde pegaba el bote. Era muy cojonudo Manel Comas. Y supongo que algo de eso hay, tienes que saber golpear en el primer cuarto, contemporizar y llegar al último cuarto para machacar. Pero insisto, todo depende del estado de ánimo, la temperatura, el nivel de cansancio que puedes tener… Yo recuerdo que en el año 2018 llegué al final de la gira del 40 aniversario con un agotamiento absoluto y hubo un momento en el que casi me desplomé en el escenario por agotamiento. Eso da a entender lo que es esto. Esto no es pop, esto es rock&roll, esto es físico, visceral. Yo tengo una forma física porque fui jugador profesional de baloncesto en su momento y soy una rara avis en la gente de mi edad, pero una cosa tiene que ver con la otra y siempre forma parte del guion. Hay que construir un guion que me permita que físicamente pueda gestionar mi energía y llegar al último cuarto pletórico.

¿De qué forma prepara una gira como ‘El Rey’?

Me gusta llegar un poco corto y contemporizar al principio, pero tengo muy claro que el 15 de septiembre voy a estar al máximo. No quiero llegar antes porque entonces el 15 de septiembre estaré cansado o no podré gestionar la energía de la misma manera. En ese sentido me concentro para llegar a los cuartos de final en plena forma y así poder llegar a la final y ganar. En una gira, siempre las primeras fechas son de ajuste, de buscar el repertorio, de buscar el lugar de cada uno… En nuestro caso es cierto que empezamos a alto nivel, pero es que terminamos a un nivel tan alto que es imposible llegar a más. Y cada año conseguimos llegar un poco más alto. Entonces, en ese sentido, estamos en la buena dirección.

¿Cómo es un día que tiene concierto por la noche?

Antes de cada concierto intento tener un día ‘off’, no pensar en nada. Y si sigo una rutina deportiva o de preparación física, la dejo tres días antes porque no quiero llegar cansado o con molestias, me gusta llegar a tope. Y sobre todo, el día anterior, es importante no pensar en nada. Y antes de un concierto es imposible que yo hable con nadie o reciba a nadie en mi camerino. Si alguien superara las medidas de seguridad y entrara en mi camerino durante la media hora antes de un concierto, posiblemente salga malherido, porque la concentración es máxima y porque yo me preparo como si fuera a jugar la final de la Champions League. Es que no quiero ver a nadie, así que en el momento en el que abren la puerta sale el ‘Miura’ y sale a arrasar. Esa es la mentalidad que yo siempre he tenido, no solo cuando jugaba la baloncesto y de la que yo aprendí, sino a lo largo de toda mi carrera. Lo que ha mejorado es el equipo que me rodea y estoy rodeado del equipo perfecto que me ayuda a ser mejor. Es importante en una banda de rock&roll ser el peor. Si yo soy el peor, cojonudo, porque eso significa que todo va bien. Si yo fuera el mejor, jodido. Hay que rodearse de los mejores, porque eso te ayudará a crecer y te hará ser mejor.

¿Es más fácil llegar o mantenerse? ¿Cómo se mantiene en la cima después de 43 años de carrera?

Lo más difícil es saber cuándo tienes que parar. Todo tiene un proceso: la búsqueda, la transformación, el trabajo y el éxito. Cuando llegas al éxito masivo tienes que disfrutarlo, porque llevas muchos años trabajando detrás. A mí esto me ha pasado tres veces. Y cuando llegas la éxito másivo tienes que disfrutarlo, terminar y empezar de cero, otra vez de cero. Es decir, no empalmar el éxito con el éxito y seguir con una ola, no. Tiene que parar uno mismo y decir ‘hasta aquí’. Y volver a empezar. El Real Madrid, por ejemplo, que acaba de ganar la Champions, podemos hablar de muchas épocas legendarias, pero siempre ha sido el Real Madrid. Ha ido cambiando de entrenadores, de jugadores, de estrategias, de tácticas, pero sigue ganando títulos. Eso es lo importante, que cada cierto tiempo uno sepa cuándo hay que cortar porque sabe que eso no da más de sí, renovarse y buscar una nueva fórmula para conseguir nuevos títulos. Y eso es algo que aprendí en mis días de jugador de baloncesto, que aprendí que los equipos a veces tienen que renovarse, los compositores a veces tienen que renovarse, el ‘show business’ o la puesta en escena a veces tiene que renovarse… Y no dejo de ser yo, y no dejo de ser la marca Loquillo, pero hay que hacerlo. A mí me resultaría muy difícil hacer como muchos compañeros de generación que hacen un disco tras otro igual.

¿Dónde está la audacia? ¿Dónde está el peligro? ¿Dónde está ir por la cuerda floja?

El saber que la puedes cagar, el saber que igual te estás equivocando… Es que a mí eso me excita. Lo que sería para mí muy aburrido sería repetir las mismas fórmulas que hice en discos anteriores. Por eso cada disco es totalmente diferente. Y eso me gusta porque hace que cada disco tenga su par de clásicos que perduran en el tiempo. Es una manera de trabajar muy interesante.¿Alguna vez se ha planteado parar para siempre?Todo el mundo que está en este negocio sabe que cuando un artista dice que se retira lo hace por dos razones. La primera de ellas es para que se hable de él. Y la segunda es para librarse de lo que tiene al lado. Los hay también que lo hacen como vicio, porque yo conozco artistas que se llevan retirando desde hace 30 o 40 años, pero generalmente tiene mucho que ver con eso, con cortar con mánagers, con músicos, con tu forma de vida… Es una manera de decir ‘hasta aquí he llegado haciendo esto, me retiro y dentro de dos o tres años vuelvo renovado’. Yo eso lo llamo transformación, cambios que decía David Bowie, pero jamás pensaría en retirarme como artista. Para mí forma parte de mi crecimiento personal y además soy muy fan de las aventuras de Loquillo.

¿Teme o tiene miedo a dejar de gustar o al fracaso?

El otro día escuchaba a un compañero de profesión que decía que se aprendía más de los fracasos que de los éxitos y yo creo que se aprende igual del éxito que del fracaso, porque ninguno de los dos nunca son definitivos. Ni hay un éxito absoluto ni hay un fracaso absoluto. Entonces no considero que se aprende más de un fracaso que de un éxito, creo que se aprende igual. Y lo importante es gestionarlo.

¿En qué ha cambiado Loquillo desde que empezó en 1978?

El hambre y las ganas son las mismas. Tanto en el deporte como en la música, si no tienes hambre, hay que dejarlo. Las ganas de ser audaz, de buscar cosas diferentes y de arriesgarme son las mismas. El entorno y yo, afortunadamente, hemos cambiado, menos mal. Yo cuando escucho a alguien que dice ‘yo es que no cambio’, pienso qué tío más aburrido. Cambiar es mejorar y no entender eso así es un error, y más en la música cuando estás aprendiendo continuamente y en cada década tienes ‘inputs’ distintos. Todo eso sirve a la música y hay que aprender sobre la marcha, hay que captar, hay que ser audaz, hay que tener los oídos y los ojos abiertos para entender las cosas y adaptarlas a la música. Y el rock&roll tiene algo muy bueno, que es que vampiriza, y los que nos dedicamos al rock&roll somos bastante vampiros.

¿Cómo se refleja ese paso del tiempo en sus trabajos?

Cada vez doy más importancia a la letra, a la actitud. Ya no vendo una actitud, vendo jerarquía, poso… No pretendo ser Peter Pan. Odio eso, es algo que no soporto de muchos compañeros de generación, esa actitud ‘peterpanista’ de las cosas. Uno es adulto y a mí me encanta ser adulto, me encanta cumplir años, me encanta mejorar porque no se me ocurriría jamás vivir del pasado. El pasado es importante, forma parte de ti, nunca debes olvidarlo porque es donde se ha forjado lo que eres en el presente, pero lo que no puedes es vivir de él, hay que coger lo que vale la pena de ese pasado y te sirve para la actualdad. Recuerdo que en la última gira que hice, que era un repaso a 40 años de trayectoria, por ejemplo cantaba la canción ‘Quiero un camión’, pero tengo 61 años y sería un poco absurdo que me pusiera a cantar ‘yo para ser feliz quiero un camión’. En ese sentido, es normal que las letras evolucionen conmigo y sea coherente con eso. Hay canciones que resisten el paso del tiempo y otras no. Y yo lo que espero es que esas canciones que son tan populares, chavales de 20 años las recojan y hagan su versión, porque es lo lógico. Lo que jamás haré es tener un reperterio de canciones que representen algo con lo que ya no tengo nada que ver.Da la sensación de que cada vez hay una mayor cultura de cancelación en el mundo de la música.Yo creo que un creador puede hacer la lectura barata de caca, culo, pedo, pis y de repente lanzar exabruptos contra todo eso o puede tomar una postura entre cínica, por la edad, y realista. Yo tengo una edad que digo lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Soy dueño de mí mismo. Solo faltaría que alguien me dijera a mi edad lo que tengo que decir y lo que no tengo que decir, por favor. Tenemos un ejemplo muy cercano que es el de Fernando Fernán Gómez que decía aquello de ‘no me idolatre y váyase a la mierda’. Pues punto. Entiendo que eso se puede entender de otra manera y se puede justificar de otra manera y se puede decir con exabruptos, pero con la edad que tengo yo prefiero decirlo de este modo. E insisto, yo vengo de una generación que fue la primera generación en España que pudo hacer canciones sin la censura. La censura duró en España hasta 1978, pero legalmente hasta 1980. Fuimos la primera generación lo que pensábamos o lo que queríamos expresar sin tener a un comisionado que nos diera la autorización para cantar. ¿Que todo esto está ocurriendo ahora? Bueno, está ocurriendo porque hay muchos artistas que son incapaces de ser artistas, y que lo único que son, son ‘quedabienes’, porque manda huevos que tengas que cortarte en una canción de decir lo que quieras. Creo que hay una limitación que es personal y que es todo aquello que tenga que ver con contar en una canción que quieres o deseas la muerte de alguien. Nosotros tenemos mucha experiencia en ese sentido porque fuimos los primeros artistas, Sabino Méndez como compositor y yo como intérprete, de una canción que denunciaba precisamente la violencia de género en 1987 creo que fue. Y recuerdo que en aquel momento nos dieron un premio Radio 3 y la revista Rockdelux. Es curioso que 40 años después, esa misma canción, fuera vista al revés. Es así de perverso todo esto. Yo lo único que veo es que un creador, sin hacerlo fácil, sin caer en ese caca, culo, pedo, pis porque es libertad de expresión, tiene que decirlo de forma inteligente e incluso con gracia, pero es algo que afortunadamente pasará pronto. Y es una pena, porque ahora los directores de cine, para contar según qué cosas, las cuentan hablando de épocas pasadas de nuestra historia. Si quieren contar una historia se van a los años 60 o 70, donde la gente está bebiendo, está fumando, está teniendo sexo, pero cuando cuentan historias actuales no se ve nada de eso. El pasado se está convirtiendo en un refugio de los creadores para poder contar la realidad actual.

¿Qué le han aportado el baloncesto en particular y el deporte en general a su carrera artística?

En primer lugar la visión. Yo aprendí jugando al baloncesto, como he dicho antes, que es un deporte individual que se juega en equipo. Que cada uno tiene que jugar en su lugar y tiene que dar lo mejor de sí mismo en esa posición para que esa banda, ese grupo, funcione. ‘Hola soy Ray Allen, soy un triplista cojonudo y las meto de tres’. ¿Por qué lo ficha LeBron James en Miami Heat? Para que meta el triple que sirva para ganar el anillo de la NBA. Eso es saber donde estás. Y en ese sentido yo soy un jugador que juega en su posición y que ha buscado una serie de jugadores que juegan alrededor que le permiten ganar campeonatos. El problema es cuando por ejemplo un jugador que está posicionado para tirar triples se dedica a ser el LeBron James o el Stephen Curry de turno. Ahí es donde vienen las desavenencias en las bandas. Cada uno tiene que tener su posición. El compositor tiene que componer, el intérprete tiene que hacer creíble eso, el corazón de la banda siempre es el batería… El que no entienda la banda de rock como un equipo no tiene ni puta idea. Yo tengo la suerte de haber sido jugador de baloncesto y de entender las cosas así. Siempre que he visto problemas en bandas o incluso cuando estaba en Los Trogloditas ha sido por ese motivo. No hay que intentar hacer un trabajo para el que no estás capacitado, sino dar la mejor versión de ti mismo.

¿Hasta dónde habría llegado de haberse dedicado al baloncesto en vez de a la música?

Me pasó una putada muy gorda que es que me tocaron dos años de servicio militar, pero si no podría haber llegado a jugar en un equipo de la zona media-alta de la Liga ACB, sin duda. Con 19 años dejé el Cotonificio de Badalona y fiche por un equipo de Segunda división, pero de repente llegó el servicio militar y eran dos años fuera, con lo que ningún equipo te quería. Ahí me fundieron y fundieron a muchos grandes jugadores que en aquel tiempo eran grandes promesas. Algunos que después fueron leyendas se libraron porque tuvieron la suerte de que les tocó en su casa y pudieron alternar el baloncesto con el servicio militar, pero muchos jugadores terminaron su carrera en ese momento. Si hubiera seguido jugando, podía haber jugado en un equipo de media tabla hacia arriba. No te hablo del Real Madrid, el Barcelona o la Penya, pero de mitad hacia arriba, por supuesto.

¿Hasta cuándo va a dar guerra Loquillo?

Mientras tenga algo que decir, aunque tengo muy claro que físicamente tengo una fecha de caducidad. Y cuando se cumpla esa fecha de caducidad sabré abandonar el escenario con elegancia, como he hecho siempre. Lo que jamás haré es ser una especie de marioneta de mí mismo, una caricatura de mí mismo, aunque últimamente hay conciertos de artistas con realidad virtual. Entonces lo que nos espera en el futuro no lo sabemos. Yo sigo creyendo que ahora mismo el rock&roll sigue siendo la música clásica del siglo XX y ahora mismo, en el siglo XXI, perdura.

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